Brasil
Izquierda debe decir un rotundo y unísono NO a la reforma política antidemocrática
Con la instalación del gobierno del usurpador Michel Temer, después del golpe de Estado urdido por la coalición reaccionaria del PMDB, PSDB, DEM, PSD, PSB, PPS y partidos del chamado Centrão, de nuevo se encuentra a la orden del día del Congreso Nacional la realización de la reforma política anti-democrática y excluyente.
Por José Reinaldo Carvalho, Secretário de Política y Relaciones Internacionales del Partido Comunista do Brasil (PCdoB)
Nada es más urgente en Brasil que una verdadera reforma política, para garantizar la más amplia participación del pueblo en los destinos del país, su formación política, la libertad irrestricta de organización de partidos, la lucha contra el monopolio de los grandes partidos y la influencia del poder económico en las disputas electorales. Una reforma política democrática debe garantizar la igualdad de condiciones de competencia entre la corriente progresista, revolucionaria, socialista, comunista, por un lado, y la conservadora por otro lado, ya que el sistema político y electoral actual favorece sólo a esta última. Sorprendentemente, los mecanismos de funcionamiento de las instituciones políticas y la organización de las elecciones del país, después de más de 30 años de superar el régimen militar y casi al mismo tiempo de vigorar la «Constitución Ciudadana» todavía llevan las marcas de autoritarismo. En Brasil se deblatera sobre la aberración que es el excesivo número de partidos, pero nada se dice sobre el monopolio real de poder ejercido por las siglas artificialmente mayoritarias, representantes del neoliberalismo y el conservadurismo, utilizando a eses micropartidos clientelistas como sus líneas auxiliares en disputas electorales y en la vida cotidiana parlamentaria.
Una reforma política democrática, para que sea auténtica y eficaz, y constituir un paso adelante en el aumento de la intervención electoral y capacidad política de las fuerzas de izquierda y el movimiento democrático popular es inseparable de una reforma del poder judicial, la fiscalía, los medios de comunicación. Es indispensable una amplia, profunda y progresista reforma del Estado brasileño. Una de las paradojas de la situación política en los últimos 13 años estuvo en el hecho que coexistian un gobierno progresista y el carácter reaccionario del Estado nacional a servicio de las clases dominantes. Las vulnerabilidades de la izquierda y el movimiento popular provienen en gran medida del hecho de no haber tomado ninguna iniciativa para cambiar este estado de cosas. Si las fuerzas progresistas no fueran capaces de promover dicha reforma durante los gobiernos de Lula y Dilma, como van a hacer ahora, bajo los auspicios de un régimen que es, en esencia y en forma, de derecha? Definitivamente no. La reforma política que importa al pueblo será es el resultado de una ruptura. El carácter de esta ruptura va a determinar los mecanismos para lograrlo – una Asamblea Constituyente para redactar una nueva carta, o de alcance más limitado.
Los partidos de izquierda y organizaciones del movimiento popular se oponen de modo sistemático e irreconciliable a la política del gobierno Temer de agresión a los derechos sociales. Así también debe actuar en contra de la reforma política propuesta por la troika PSDB-PMDB-DEM, apoyda por los presidentes de las dos cámaras legislativas y el gobierno Temer. Los partidos de izquierda no deben dar un solo voto a las maquinaciones restrictivas sobre los derechos democráticos del pueblo brasileño contenidas en el projecto de reforma política en discusión.
El momento requiere de tenaz resistência y lucha, la rectitud, la firmeza, la amplitud y la coherencia. También flexibilidad, pero nunca la capitulacion. El pueblo no va a entender si la izquierda se opone al régimen en sus proyectos económicos y de ataque a los derechos sociales y simultaneamente aprueba una reforma política y electoral hecha precisamente para restringir los derechos democráticos.
El momento también requiere la plena unidad y la solidaridad entre las fuerzas de izquierda. Es inadmisible aceptar la cláusula de barrera y la prohibición de las coaliciones proporcionales y bajo el pretexto de hacer una «concesión» a los «pequeños partidos ideológicos», crear artificialmente una «federación de partidos.» En la situación que está en plena vigencia un régimen reaccionario fruto de un golpe de Estado, el Partido de los Trabajadores (PT) – blanco preferido de una brutal represión y persecución que contiene la amenaza de banirle de la vida política, y en cuya defensa tiene la solidaridad incondicional de los comunistas – no debe permitirse tal cesión a la reforma política propuesta por la derecha.
Esta reforma sólo merece la oposición rotunda y el unísono NO de toda la izquierda.