Los 30 años que han transcurrido desde el feliz momento en que nuestra Isla y el gigante sudamericano restablecieron relaciones diplomáticas están siendo celebrados desde ese terreno donde más confluyen nuestros dos países: la música; por ello fue un acto de reafirmación el concierto Canciones del Sur que tuvo lugar hace unos días en la sala Ernesto Lecuona del Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso.
La matancera Lindiana Murphy y su grupo Mantra — respetables exponentes entre nosotros de la llamada World Music — rindieron homenaje a ese coloso de la canción brasileña que fue, es Antonio Carlos Jobin, y si bien una considerable parte del repertorio pertenece a su autoría (o coautoría, por cuanto compuso con otros grandes, sobre todo el poeta y también cantante Vinicius de Moraes) otros gigantes colegas suyos estuvieron presentes: el Caetano de Coraçao vagabundo, por ejemplo, tierna carta de presentación, o el sensual Beijo roubado, de Adelino Moreira, para no hablar de Negue (Adelino Moreira y Enzo de Almeida Passos), que arrancó a la intérprete una sentida y personal interpretación, cuando pareciera que tras la versión de María Bethania nadie pudiera atreverse, o la rítmica y sabrosa Dança da solidao, de Paulinho da Viola.
Sin embargo, varios de los temas esenciales de Tom Jobín (Esquecendo vocé, Dasafinado, Chega de saudade, Corcovado…) estructuraron el concierto entregándonos a una cantante plena, no solo de amplias dotes comunicativas gracias a su bien proyectada voz, sino a la simpatía y a la grácil presencia escénica que derrocha su labor.
Aunque desde un portugués con más acento angolano que brasileño (dado el trabajo de los músicos en ese país, en donde grabaron el CD Terra), la gracia y fuerza telúrica de la música que proviene del reino de la samba se hizo sentir en toda su dimensión, compartida a veces con algunas piezas generadas precisamente en Angola, pero donde confluye no poco el arraigado componente afro que, como sabemos, detenta buena parte de la música en Brasil.
Así sonaron, digamos, Eu preciso falar con vocé u Hoje, que encajaron muy bien en el espíritu del programa.
Valga resaltar el notable complemento instrumental y arreglístico que arropó las piezas cantadas por Murphy, desde una plataforma casi siempre jazzística que sazonó con una sonoridad muy rica las interpretaciones; el piano de Rosa García, el bajo de Dallana Fages, la percusión de Yosvany Betancourt, el violín de Yasney Rojano y los saxos (tenor y soprano) del director musical del ensemble, Alexander Díaz, constituyeron el complemento ideal para tan exquisito concierto.
Y hablando de exquisiteces, una nota de lujo la puso la soprano del Teatro Lírico Nacional Milagros de los Ángeles, quien ofreció una versión muy sentida de otro clásico jobiniano: Eu sei que vou te amar.
Ojalá no haya que esperar a fechas redondas o celebraciones como estas para disfrutar con más frecuencia de la música brasileña en el estilo de muchos intérpretes nuestros, capaces de entenderla y proyectarla desde sus estilos, con toda su magia y su belleza.